Se trata de una talla románica de San Pablo que se expone en la parroquia del Prat de Llobregat

[dropcap color=”#336600″ font=”arial” fontsize=”40″]E[/dropcap]s difícil encontrar vestigios históricos antiguos al Delta del Llobregat, un hábitat muy cambiante sometido a riadas frecuentes. La talla de San Pablo del Prat de Llobregat es una excepción: durante siglos, fue custodiada por una familia de payeses en su masía. Finalmente, la família la dio a la parroquia de San Pedro y San Pablo, que ha hecho la restauración y datación con el apoyo del Museo Diocesiano y del MNAC.

La figura de San Pablo ha pervivido hasta nuestras días lejos de las miradas de todo el mundo, casi desconocida, en una masía del delta: la de cal Marc de l’Ixo, dónde lo han custodiado varias generaciones de la familia Vilà. No se sabe muy bien cómo fue a parar la talla a esta masía, documentada desde el 1283 y denominada antiguamente de Sant Pablo, pero la tradición señala que la talla había estado antes en una ermita próxima, también de Sant Pablo, a caballo entre Sant Boi y el Prat, que era similar a la que todavía existe en el otro margen del Llobregat, el izquierdo, en el barrio de Bellvitge de L’Hospitalet.

La historia de este templo revela porque ha sido difícil la persistencia de vestigios históricos en el delta: la primera mención escrita de la ermita es del 1010, una época en qué la llanura deltaica, llena de lagunas y, por lo tanto, mosquitos transmisores de enfermedades, era una tierra inhóspita y poco habitada. La ermita fue reconstruida muchas veces tras sufrir varias riadas hasta el 1617: aquel año una de las peores salidas de madre del Llobregat documentadas malogró el edificio. Esta vez los habitantes del Prat, que pocas décadas antes, a finales del siglo XVI, habían erigido su iglesia parroquial (destruida en la Guerra Civil), no la volvieron a reconstruir.

Quizás ha sido desde entonces que la familia de Ca l’Ixo ha conservado la figura. En todo caso, los Vilà no tienen memoria de una generación que no la hubiera custodiado. Porque el San Pablo estaba tan atado a esta familia, que una de las abuelas se opuso a cederla al ayuntamiento o a la parroquia. Cuando la mujer murió se produjo la cesión a la iglesia. Ahora la parroquia de San Pedro y San Pablo ha restaurado la talla con la colaboración del Museo Diocesano y del MNAC.

“El estado de la actual talla, muy malograda, con la madera muy deteriorada, evidencia que la historia no ha sido demasiada clemente con ella”, documenta la conservadora del departamento de Arte Románico del Museo Nacional de Arte de Catalunya Montserrat Pagès en un informe.

En él se indica que los colores brillantes de hoy en día no son originales, que a principios del siglo XX una restauración chapuzera clavó clavos en la parte inferior de la figura y que el brazo derecho no es auténtico. También se explica que el arte cristiano primitivo solía representar a San Pablo sosteniendo un libro, como hace la talla pratenca, y que fue más tarde cuando se añadió la espada que hoy en día simboliza este santo. También a la figura deltaica se le añadió este atributo.

Pese a que “la historia no ha sido demasiada clemente con ella”, los elementos más antiguos de la escultura son de finales del siglo XIII: “un momento de transición entre las viejas formas del románico y las nuevas del gótico que empiezan a introducirse en el país”, según ha establecido Pagès.

Ahora el San Pablo del Prat se expone, de forma definitiva, en el altar de la iglesia de San Pedro y San Pablo del Prat de Llobregat. Este otoño la parroquia tiene previsto organizar una serie de conferencias sobre la talla y el contexto en qué se hizo.

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