[dropcap color=”#336600″ font=”arial”]C[/dropcap]omo ciudadano de a pie me encuentro un poco cansado de escuchar a diaro los argumentos de uno y otro bando en cuanto a la consulta se refiere. Más que entrar a valorar sobre lo positivo o negativo de seguir dentro de España o convertirnos en un Estado independiente, quisiera reflexionar sobre lo que nos venden a diario los gobernantes de turno.

Por un lado tenemos a Mas, sostenido con alfileres por Junqueras, que en torno al lema “Espanya ens roba” ha construido toda una retahíla de excusas para tratar de esconder lo evidente. Que existe una balanza favorable a Catalunya parece obvio, una clara muestra es que desde Hacienda han decidido publicar las balanzas fiscales bajo unos criterios renovados que, bajo mi entender, se asemejará bastante a la ocultación y manipulación de datos, pero no creo que sea el principal motivo de la ruina económica que sufre Catalunya. Mantener ocho niveles administrativos mientras haya un solo enfermo en un pasillo es inaceptable. Financiar seis televisiones públicas mientras se cierran quirófanos es inmoral. Haber criado, engordado y dar cobertura a casos como PalauITVClotilde o Adigsa a la vez que se cierran aulas y colegios completos es un auténtico despropósito. ¿Espanya nos roba? Posiblemente, pero que tenemos al enemigo en casa y que son los menos indicados para argumentar eso, es igualmente cierto.

Por otro lado tenemos a Rajoy, el adalid de la transparencia y de la honradez. ¿Por qué no utiliza la corrupción catalana para desacreditar a Mas? Sencillamente porque él no puede dar clases sobre ese tema. Su partido es, posiblemente, el más corrupto del panorama político nacional por lo que no le queda otra que echar mano de la Constitución. Si lo de Mas me parece inmoral, que Rajoy saque a relucir la Carta Magna como escudo anticonsulta me parece directamente obsceno. Y no lo digo solo porque su partido -su antecesor, Alianza Popular- no votara a favor de esa Constitución, sino porque solo se acuerdan de ella cuando les interesa. Efectivamente en ella se habla sobre la soberanía que, según dice, reside en los pueblos y no en los territorios, pero también habla, por poner un solo ejemplo, de la separación de poderes del Estado. Mientras el fiscal general del Estado sea un trabajador más a sueldo del Gobierno de turno, mientras los cargos del CGPJ se lo repartan entre ellos durante una cena o mientras nombren como presidente del Tribunal Constitucional a un militante suyo, bien haría Rajoy en guardar la Constitución bajo siete llaves y buscarse otros argumentos más sólidos y convincentes para prohibir la consulta.

 

Xavier Claramunt, veí de Sant Vicenç dels Horts

 

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