Vivim temps complicats. I els diaris digitals ens hem d’adaptar a una situació nova i inesperada. La nostra obligació principal continua essent la informació de tot allò que passa, inevitablement centrada en la crisi del coronavirus, i l’oferir notícies que puguin ser d’utilitat per a totes les persones que viuen al Baix Llobregat.

Però el confinament ens marca també la necessitat d’aportar idees per passar el millor possible el temps a casa. És el que fem amb la secció #joemquedoacasa i què puc fer? oferint alternatives culturals, d’entreteniment i d’activitat física.

I seguim avui amb una altra secció #desdelbaix: Reflexions en quarantena. El temps a casa en pot ser útil per a reflexionar amb una certa profunditat sobre determinats temes, relacionats o no amb el coronavirus. Per això hem demanat a diverses persones de la comarca que utilitzen habitualment l’escriptura o l’art per a comunicar-se que elaborin articles, escrits, contes…que ens permetin analitzar aspectes diversos de la nostra societat. I que ho facin no per parlar exclusivament de temes del Baix Llobregat, però sí des del Baix Llobregat.

MONTAÑA QUEMADA, Del destierro al encierro de Carmen Romero

Professora de Literatura. Cornellà. 

Si viese que mi fin se acercaba y que no podía morir en mi tierra propia… o en mi Salamanca… iría a acabar mis días ahí, y mandaría que me enterrasen en lo alto de la Montaña Quemada…”.

Quien así expresaba su deseo era, como habrán podido adivinar los lectores, Miguel de Unamuno. El mismo Unamuno que vimos tan magistralmente interpretado por el vecino del Baix Llobregat Karra Elejalde, en la película Mientras dure la guerra de Amenábar.

La película, incluso después de verla un par de veces, sigue dejando ese gusto agridulce que comentábamos con algunos amigos. Y es que el personaje de Unamuno nos interpela, porque fue una sola persona, sí, pero complejísima, entera y verdadera. Y de ahí sus contradicciones y su rebeldía con él mismo, y la reacción que provoca en los “hunos y los hotros” (sic) (como él llamó al resto de sus compatriotas) es de aceptación o rechazo de su gran personalidad.

Elejalde confiesa que para interpretar ese personaje y meterse en su piel tuvo que trabajar muchos sus emociones y contradicciones, tratar de entender qué era el “unamunista”, “ese encabronamiento que tenía con Dios, porque era católico y estaba encabronado con Dios”, comenta.

En la película se recogen los últimos meses de vida de don Miguel. Había nacido en Bilbao el 29 de septiembre de 1864 y murió el ultimo día del año 36. Por tanto, se refleja la figura de un hombre, con setenta y dos años, todavía muy lúcido y potente en cuanto a su capacidad intelectual, pero desencantado y rebotado contra medio mundo.

Antes del Unamuno desmelenado y espiritualista, de un delirante personalismo, hubo otro, racional y dialéctico. Un joven que tuvo influencias hegelianas y marxista en su pensamiento. Y, de la misma manera que dijo que la República le había traicionado, y creyó en la buena fe y la necesidad del golpe militar como herramienta para salvar a España, también pronunció su celebre discurso, el 12 de octubre de 1936, ante Millán Astray en el que aseguró que vencer no significa convencer. Para convencer hay que persuadir”.

Al espectador nos provoca ese “sabor agridulce”, porque nos hace ver que las personas no son sus personajes. Que las personas somos poliédricas, es decir, con múltiples aristas, no planas. No somos como los personajes de las novelas, el bueno, bueno y el malo, malo. No; tenemos dudas y contradicciones, pensamientos y sentimientos que se manifiestan en contra y a pesar nuestro. Al menos eso es lo que demuestra Unamuno constantemente en sus múltiples obras, ensayos, teatro, novela, “nivola”, poesía, filosofía…

Su inconformismo y criticas le habían supuesto ya en 1913 una condena de 16 años de prisión, por ofensas al rey Alfonso XIII. Sentencia que nunca se llegó a cumplir.

Pero si se produjo el destierro a la isla de Fuerteventura en 1924.

¿Motivo? El mismo. Sus constantes críticas en diversas publicaciones, en sus fogosos artículos contra Primo de Rivera, provocaron la reacción del Directorio Militar. Así el 20 de febrero de 1924, en el consejo de ministros, se acuerda el destierro de Miguel de Unamuno y Jugo a la isla de Fuerteventura, así como la pérdida de su cátedra y de su cargo de vicerrector.

«, Su Majestad el Rey (q. D. g.) se ha servido disponer: Primero: Que el referido señor cese en los cargos de vicerrector de la Universidad de Salamancay decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma; y Segundo: Que queda suspenso de empleo y sueldo en el de catedrático de dicha universidad».

Desde el Gobierno Civil de la provincia de Salamanca se le traslada una orden, a través del Director General de Seguridad, en la que se le comunicaba:” …que como acuerdo del Directorio Militar se ha decretado su destierro a la Isla Fuerteventura (Canarias) para donde deberá salir en término de veinticuatro horas a contar desde la notificación”.  Fechado el 20 de febrero de 1924. Y dirigida a la Calle de Bordadores nº 4 de Salamanca. Al día siguiente inicia su partida hacia la isla, hasta embarcar en Cádiz hacia su destino.

Allí permanece, alojado en el hotel Fuerteventura de Puerto Cabras (actual Puerto del Rosario), casi seis meses. El 9 de julio, se produce el indulto que él no acepta, por considerar que era un “lavado de cara “de la dictadura, y decide ir hacia París. Su “huida” (como él mismo quiere llamarlo). Al cabo de trece meses de destierro en París, a fines de agosto de 1925, Miguel de Unamuno sale para Hendaya donde permanece hasta febrero de 1930, fecha de la caída de la Dictadura y de su regreso tan esperado a España. Han pasado seis años desde el destierro inicial.

En la isla quedan sus recuerdos, recogidos en la actual Casa Museo de Unamuno, en lo que fue el hotel donde residió, en Puerto de Rosario. Y una estatua en su paseo. Y un monumento, solitario, árido,  en medio de la montaña Quemada, en el volcán Tindaya a pocos kilómetros del municipio de la Oliva. La inscripción en la base de la estatua, erguida y desafiante que reproduce la figura del escritor solamente dice: A Unamuno 1864-1936.

De ese carácter tan áspero a veces, las que más, y el Unamuno contemplativo y enamorado de su esposa, quiero recordar unos versos que hizo, a bordo del “Zeelandia”, barco en el que se dirige de Fuerteventura al exilio de París, al ganarle el cansancio y el deseo de paz, recuerda, ante todo, los ojos de su esposa:” Sed de tus ojos en la mar me gana”, primer verso de un soneto que luego continua

Dulce contento de la vida mana

Del lago de tus ojos; si me abruma

Mi sino de luchar, de ellos rezuma

Lumbre que al cielo con la tierra hermana”.

Su destino no era morir en la isla, y ser enterrado en la montaña del volcán Tindaya, la montaña Quemada, con vistas lejanas al mar. Sino que los últimos días de vida (de octubre a diciembre de 1936) los pasó bajo arresto domiciliario en su casa de Salamanca, esperando hacer su propia revolución él solo. Genio y figura.

Pero cualquier día me levantaré —pronto— y me lanzaré a la lucha por la libertad, yo solo. No, no soy fascista ni bolchevique; soy un solitario

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