El 8 de enero de 2023 ha sido un día triste. Ha muerto nuestro amigo Pere Caldes Ibáñez, “el Pintor”.

Nos conocimos en diferentes manifestaciones clandestinas y acciones reivindicativas en Barcelona en los 70. El grupo de la Universidad del que él formaba parte, se nos ofreció para ayudarnos en la distribución y tirada de octavillas, y también como refuerzo organizativo y para todo lo que hiciera falta. En el primer momento Pere nos ayudó cuando salíamos a tirar la propaganda clandestina e ilegal, pero desde el principio se integró en todo el aparato organizativo de Cornellà y lo primero fue buscar trabajo en la ciudad. Comenzó en la Forsa, pero con contrato temporal de tres meses. Así fue como entramos en contacto. Hacíamos reuniones clandestinas los domingos en su domicilio del Paseo Maragall, en Barcelona. y fue posteriormente, creo que a partir de 1973, cuando Pere vino a vivir a la ciudad Satélite de Cornellà, circunstancia que reforzó aún más si cabe nuestro vínculo personal y militante.

De estos momentos recuerdo muy bien uno de los días que había que tirar propaganda, octavillas: El Pere y yo nos encargamos de tirarlas en la calle La Miranda y lo mejor que se nos ocurrió fue que uno por cada acera recorreríamos la calle desgranando las hojas a medida que pasábamos. Esto posteriormente lo pudimos analizar y la conclusión fue que lo que habíamos hecho era lo que no se debía hacer nunca si no queríamos que la represión se cebara en nosotros.  Posteriormente las tiradas de hojas se organizaban convenientemente para no dar ocasión a que nos cayera encima la represión.

Pere se convirtió en una pieza muy importante en la creación y desarrollo de las Comisiones de barrios y fábricas de Cornellà y del Baix Llobregat. Una experiencia muy importante que nos marcó profundamente. Uno de los puntos importantes que asumió el grupo fue la formación social, sindical, política, que se debía dar a los que teníamos en nuestro entorno, sobre todo jóvenes. El grupo creció y multiplicó su capacidad de influencia, especialmente entre la juventud y llegó un momento que nos obligó a plantearnos la necesidad de establecer una referencia política, que nos ayudara a gestionar y dirigir el grupo y ese referente lo encontramos en Bandera Roja. En esta etapa eran frecuentes los “seminarios”, los cursillos que hacíamos en la Calle Begonia, en el comedor del Joan N. García-Nieto. Todos sentados a la mesa del comedor y escuchando y deliberando sobre lo que se estaba trabajando. Recuerdo, al principio, en una de estas sesiones en la que el Pere, estando como estábamos en casa de un Jesuita, que era el que nos estaba dando el curso, planteó que había que tratar lo que significaba la religión, por aquello de que según Marx, la religión era el opio del pueblo. No insistió cuando se le dijo que en ese momento no era necesariamente ni oportuno ni inoportuno, que se estaba tratando otra cuestión… Conociéndolo como ya lo conocíamos, no nos extrañó que planteara eso y en aquellas circunstancias.

Con el paso del tiempo la política de Bandera Roja y por ende de las Comisiones de Barrios y Fábricas iba coincidiendo cada vez más con la del PSUC y a nivel sindical con las CCOO, con lo que nos volvimos a plantear si, llegados a esta situación, nos convenía a todo el movimiento sindical y político aunar fuerzas y esfuerzos, en lugar de la división del momento. Fue una decisión difícil y se trató a fondo con todos los militantes, sobre todo con los inscritos en Bandera Roja. A pesar de la desconfianza de algunos o bastantes se llegó a la conclusión que merecía la pena ir a una unión incluso organizativa. Había un espacio, el comunista, que compartíamos Bandera Roja y el PSUC, La tradición de lucha del PSUC, su prestigio histórico ganado a pulso durante toda la posguerra, su lucha incansable y heroica contra la dictadura, denotaban que ese espacio estaba representado especialmente por ese Partido.

Ese contacto estrecho de luchas y militancias compartidas, también en CCOO, posibilitó una amistad que ha perdurado hasta el final. Entre otros, me quedará el recuerdo agradable de charlas y encuentros personales, a caballo entre Creixell y Sant Jaume dels Domenys…

Un recuerdo que también me permitió conocer a un dirigente lúcido, con criterio propio y una persona peculiar, honesta y leal. Tal y como alguien ha escrito estos días: “Fue un líder de verdad, singular. Un amigo en todo, más allá de discrepancias políticas o visiones estratégicas puntuales”.

Y quiero que mi recuerdo final sea ese, el de una persona comprometida, coherente y luchadora. Mi reconocimiento personal y colectivo a esa generación de hombres y mujeres que pelearon y lucharon por una sociedad mejor, más justa y democrática.

Hasta siempre, Pintor, amigo mío. Descansa en paz

Benigno Martínez Ojeda.   Sindicalista de Cornellà

Fotografia de Pere Caldes: Almeda

 

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